La Esposa de mi Jefe
La tarde caía ese caluroso día de junio, el viento susurraba que esto tenía que pasar, ya dos años atrás la belleza de esta joven mujer me había cautivado.
Todo ocurrió al llegar a esta preciosa isla del caribe mexicano, soy programador informático y decidí llevar mis papeles a una empresa que se dedica a instalar redes de computadoras. Una hermosa joven, en ese entonces tendría 25 años, clara de color pero con un bronceado magnifico que hacia que su piel pareciera brillar como el oro, ojos color miel que embrujarían a cualquier mortal y una figura que no le pedía nada a ninguna Miss Universo. Grandes pechos que pedían ser tratados con caricias sutiles, pero también pedían ser mordidos y succionados con desesperación.
-Bueno Juan, la verdad nos urge alguien capacitado y creo que eres la persona ideal para el trabajo.
-Gracias señorita, dije con timidez, ante su belleza.
-Ja, ja, ja, sonrió ella, yo ignoraba el por que
Mis ojos estaban cautivados por sus nalgas... Esas nalgas hacían que el recorrido por la empresa (mostrándome todos los deptos) pasara a segundo termino, no pude apartar mis ojos de tales hermosuras; de verdad que la belleza femenina me ha cautivado por siempre, pero esta mujer parecía un ángel caído del cielo.
Su nombre es Brisa...el mío es Juan y Tenia 20 años entonces... No intente nada con ella, grande fue mi sorpresa al enterarme que era la esposa del dueño. Sentí que el mundo se me vino abajo, pero también despertó un morbo especial en mi, su esposo dueño del la pequeña empresa era un señor ya de edad, no viejo pero con 45 años encima.
Tras dos años de trabajo demostré ser el mejor en la empresa, pues me solicitaban con frecuencia, aparte de hacer bien mi trabajo, siempre tenia una sonrisa en los labios y nunca dejaba que la desesperación o el cansancio me pusieran enojado. Mis clientes siempre quedaban satisfechos y las clientas mucho más, así que don Carlos Santamaría, me convirtió en su empleado de confianza.
Tanta confianza llego a tenerme que era el único que entraba y salía de su residencia con toda libertad, así conocí mejor a Brisa. Algunas veces me tomaba la libertad de platicar con ella, sin que hubiera problema alguno, cada vez que había un problema con la computadora de su casa, Don Carlos no dudaba en llamarme. Muchas veces me daba cuenta que el problema no era tan grave y empecé a tener la certeza de que ella me llamaba para contarme sus problemas.
Cada que llegaba a la casa, me reportaba en la puerta y los encargados de seguridad me dejaban entrar, mientras reparaba la computadora, ella se sentaba cerca de mi y hacia mi trabajo mas ameno con sus platicas. Muchas veces me contó sus intimidades, me permitía hablarle de tu, cuando no estaba su marido presente. Me contaba que no le iba tan bien en las cuestiones amorosas y cada vez eran más sus acercamientos.
-¿Has hecho el amor con una mujer mayor que tu...?
-¿Cómo me preguntas eso? No ves que me pones nervioso.
- Solo es una pregunta, contéstame...Pero sin mentiras.
No se por que, pero sin pena le dije que muchas clientas me habían agradecido mi trabajo con sus besos y haciendo el amor conmigo; ella se ponía roja, pero no me decía nada, solo sonreía. No soy feo, tampoco soy el clásico carita del barrio, ahora ya tenía 22 años casi 23 y ella 27, yo soy moreno claro alto y practico fútbol soccer y me gusta surfear.
En cierta ocasión, me llamo ella personalmente y acudí como siempre. Me di cuenta que la computadora estaba en otro sitio, no le di tanta importancia; de nuevo empecé a trabajar. Ella se acerco a mí, la note rara y le dije:
-¿Que tienes Guera?
-Me siento muy sola aquí, parezco una mas de las propiedades de Carlos, hace un mes que no me atiende.
-¡Yo con gusto te atendería como te mereces! Conteste en tono de broma.
Ella me regalo una linda sonrisa, y dijo:
-¡No te atreves!
-¿Me retas? conteste.
Me miro con una sonrisa maliciosa, sus enormes ojos miel me miraban con deseo. Parecía una hembra en celo, se acerco a mi; sus labios eran recorridos por su lengua en un gesto muy erótico.
-Hace mucho tiempo que buscaba un acercamiento de tu parte, pero nunca te atrevías; ya me canse de esperar a que des el primer paso.
Me beso, yo me sentí en la gloria y le correspondí con pasión, nos besamos por minutos. Ella era una verdadera hembra necesitada de cariño, mientras nuestras lenguas jugaban, mis manos le acariciaban la espalda. Su vestido era cómplice de mis caricias y su perfume embelesaba mis sentidos, me enervaban hasta volverme loco. Estaba desatada, desabotonó mi camisa, casi rompiendo los botones en el intento, yo por mi parte le quite lentamente su vestido, besando toda su espalda.
Corrientes eléctricas recorrían su cuerpo al sentir mis caricias en su espalda, se erizaba y gemía con mi lengua recorriéndole su angelical anatomía. El vestido terminó de resbalar por sus piernas, la deje en unas hermosas prendas íntimas de encaje color negro. Casi termine en seco, nunca me imagine, ni en mis mas lujuriosos sueños tener a esa hembra. Mi pene amenazaba con romper mis jeans, se acerco nuevamente a mi y empezó a besar mis pechos.
Ninguna mujer me había hecho esto, su lengua recorrió mis tetillas y me las mordió.
-¡Oh dios!... Exclame.
Levanto la vista y volvió a sonreír, las palabras sobraban, las acciones eran las que mandaban, le quite como pude el brasiere; me miro picaramente y noto mis nervios. Los pechos mas lindos que mis ojos, miraron nunca jamás, parecían unos cantaros de miel. Como un imán, mis labios se pegaron a ellos, los bese, el chupe, los mordí.
-¡Tonto, ves de lo que te perdías! Me dijo.
-Soy un tonto de verdad, pero vamos a desquitar todo el tiempo perdido.
Ella tomo una de mis manos y le dirigió hasta su tesoro de amor. Parecía un horno y estaba súper húmedo, la prenda estaba completamente mojada; la hice a una lado y metí mi mano. Un gemido y una mordida en mi cuello fue su respuesta. Yo seguía chupando sus pechos y jugando con su cosita.
Sus manos separaron mi boca de sus pezones y dirigieron mi cabeza hacia abajo; entendí lo que quería. No me hice del rogar y la tumbe en el sillón...Para este momento mi nerviosismo había pasado y despertó la bestia que llevaba dentro.
Le arranque las braguitas de un Girón y el olor de su sexo me enloqueció mas. Pegue mis labios en su entrepierna y pase mi lengua por su rajita, por sus pliegues, lamí los líquidos que salían de su sexo. Ahora si me dirigí hacia sus labios y chupe como loco, ella solo desprendía gritos de placer y me tomaba del pelo, lami sus labios todo lo que quise; deje lo mas rico para el final.
Cuando llegue al clítoris, mi lengua lo acaricio y ella se derramo en mi boca. Estaba tan caliente que no necesito mas que sentir mi lengua en su botoncito de amor, y terminó, como loco me trague todos sus jugos.
Al incorporarme, me sorprendió de nuevo; me lamió la boca, se comió parte de sus jugos y todavía se paso la lengua por la comisura de sus labios. Yo estaba a punto de explotar, ¡era una maniática sexual! y era para mi. Su lengua recorrió de nuevo mi pecho...Pero esta vez para abajo, llego hasta los jeans los abrió.
Mi pene brinco, y salio de mi bóxer, ella lo atrapo con la lengua y lamió mi líquido lubricante. Recorrió el miembro, todo el tronco sucumbió ante su lengua y sus labios. Su boca se apodero de mi glande.
-¡Oh Dios!! Exclame de nuevo.
Parecía que las piernas se me doblaban, me tome de su cabeza para no perder el equilibrio, estaba sintiendo la mejor mamada de mi vida. Alternaba sus labios con su lengua, entraba y salía; su saliva tibia semejaba el calor de una vagina.
Cuando sentí que me estaba viniendo, Brisa puso su dedo en la boquita de mi pene, senti un dolor extraño, pero no me vine, ella dijo:
-¡¡Aun no, chiquitito!!
Me termino de quitar los jeans y el bóxer, me empujo hacia el sofá y lentamente se metió 20 cm en su cosita. Su cara reflejaba el placer que sentía, se estaba desahogando de tanta frustración sexual, me cabalgaba como una verdadera amazona. Sus movimientos eran rítmicos, se movía tanto, y tan rico que me era difícil aguantarme, pero no podía dejarle mal; así que me concentre y me propuse darle todo el placer como le había prometido en un principio.
Aun faltaba lo mejor, me la quite de encima y la puse de perrito. Se la metí de un solo golpe, puso los ojos en blanco, arqueo la espalda y me invito a besarla. Girando su rostro hacia mi, ahora yo la cabalgaba, la tomaba del pelo y la besaba.
Mi pene entraba a gran velocidad en su vagina, resbalaba con sus jugos de mujer; le baje la cabeza en el sofá para tener más amplitud de penetración. Ella me lo agradeció con un grito que sacudió la casa, entonces salí y la subí en el sofá. Entendió a la perfección, se abrazo a mi cuello y se ensarto mi pene; rodeo mis piernas con las suyas.
Me la estaba cogiendo hasta en el aire, no dure mucho en esta posición, y me vine. Toda mi leche se derramo por mis piernas y las de ella; nos recostamos cansados. Ella suspiro, pero yo ya estaba de nuevo en posición de batalla. Brisa no se lo esperaba, tome la leche que corría de sus piernas y empecé a jugar introduciendo un dedo en su culito.
Brisa me empujo y se negó, alegando que nunca lo había hecho por allí, no le di importancia y seguí con la caricia. Su resistencia se vio abatida ante el placer que estaba experimentando, después fueron dos dedos y cuando sintió que estaba lista; le puse mi cosa en su culo y empuje.
Ella me pidió cuidado, la bese para tranquilizarle, sus gritos se ahogaron en mi boca, la penetre de un solo golpe; ella lo sintió y quiso apartartarse. No se lo permití y seguí bombeando su culito, ella cambio los gritos de dolor por los de placer.
Gritaba palabrotas, lo estaba disfrutando, me decía:
-¡¡¡ soy una puta, soy tu puta, rompeme el culo, rompemelo cabron!!
Su culo casi virgen me apretaba de tal manera, que mi pene no resistió y le solté mi semen en su interior; ahora si me desinfle adentro de ella. Brisa estaba agotada igual que yo, pero aun así me agradecía la cogida limpiándome la verga con su boca; se comió hasta la ultima gotita de semen que quedo.
-¡Que mujer!...Pensé.
La abrace y desee que fuera mía, pero no lo era y la hora de despertar a mi realidad había llegado. Así que nos duchamos y regrese a mi posición de empleado y ella de esposa de mi jefe. Partí de la casa y regrese a mis deberes, después de eso ya nunca mas me volvió a llamar.
Decidí alejarme de Brisa, fue un regalo que ella me dio, me dijo que el regalo se lo di yo; pero yo creo k no es así. Una mujer una diosa, se fijo en un plebeyo para hacer el amor con el. Se lo agradezco y se lo agradeceré toda mi vida... Adiós...la vida es así.
¡Siempre la recordare!
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