CACHOS BARRIO ADENTRO I
Enviado por: Cris Crito
Jamás pensé serle infiel a mi esposo, algunas circunstancias inherentes al mal estado de nuestro matrimonio determinaron en mí un impulso al cual terminé cediendo. Mis deseos por el placer vedado por las constantes peleas me llevaron a buscar otra bragueta. Mi nombre es Yanine, tengo 32 años. Desde hace varios años trabajo en los ambulatorios que conforman la llamada misión barrio adentro en Venezuela. Trabajo en un barrio de Maracaibo.
Allí conocí a David. Al verlo quedé impactada, era moreno, alto, delgado, de musculatura fuerte. Empecé a tratarlo como paciente pero inevitablemente caímos en el plano personal. Era en verdad un adolescente impetuoso, ya que tenía 17 años. Lo cierto es que empezó a echarme los perros de frente, yo trataba de esquivarle pero en verdad la cosa me gustaba. Harta tal vez por los tantos problemas conyugales que padecía, me dejé llevar. En una de las consultas, le di luz verde. Aprovechando que estábamos solos en el consultorio David me arrinconó. Yo estaba en verdad asustada por ser mi primera vez con otro hombre que no era mi esposo, pero conforme sentí la lengua de David estrecharse con mi lengua todo empezó a transcurrir sin que opusiera resistencia. David sacó de mi blusa uno de mis pechos, el cual chupó tiernamente.
Yo metí una de mis manos en su mono y tomé su falo para tocarlo, sentirlo, masturbarlo. Él desabotonó mi jeans, el cual bajó con sus dos manos. Estando ya con mis jeans en la rodilla me di vuelta para ofrecerle mi trasero y apoyando mis manos en el propio sillón dental y flexionando mis rodillas mientras él quitaba mi bikini, arquee mi espalda y le puse mi culo en pompa. David se bajo el pantalón de su mono y me metió su falo, lentamente, mientras yo sentía desvariar al sentir su poderosa y potente presencia dentro de mi. El choque de su pelvis contra mis nalgas era sonoro y rítmico, sentía que rotaba su pelvis en tormo a mi trasero haciendo una especie de penetración circular mientras me sujetaba fuertemente con sus manos por la cintura.
Siguiéndolo también empecé a mover mi cadera en forma circular, rotaba mi trasero en torno a su falo en cada penetración, me meneaba de forma acompasada con David hasta sentirme poseída en una especia de baile diabólico. Ya habían transcurrido unos cinco minutos y mis piernas se quebraban al sentir los espasmos de un orgasmo tras otro, de forma rápida y vertiginosa. También sentía como la juventud de David resultaba en una gran desventaja en cuanto a resistencia se refiere. Ya estaba agotada y él seguía bombeándome como la primera vez. Hacía verdaderos esfuerzos para contener y ahogar mis gemidos y gritos, mientras él me apuñalaba con saña con su poderosa daga.
Al cabo de unos minutos y en momentos que sentía desfallecer, David se detuvo, creía que pasaría lo inminente: que acabaría, pero cual sería mi sorpresa cuando David tras sacar su falo y dejarme una inmensa sensación de vacío en mi interior, colocó su cabeza achocolatada en mí apretada estrella y empezó a forzarla suavemente. Yo me mantuve callada. De hecho, mordí mis labios y me preparé para lo que ocurriría.
Primero sentí un gran dolor que parecía reflejarse a mi estomago y convertía en un cólico agudo, luego fue un ardor, como si me quemara. Al cabo de pocos segundos sentí partirme en dos pedazos conforme entraba la cabeza y luego su grueso y largo falo…se sentía descomunalmente grande, inmenso dentro de mí, lo sentí llegar hasta mis propias entrañas al momento de sentir el inigualable tope de sus testículos chocando contra mis nalgas. Me dieron ganas de cagar, hasta me faltaba el aire. En ese momento le pedí detenerse un momento.
David se contuvo unos segundos, y luego comenzó su mete y saca, inicialmente lento y conforme mi estrechez cedía a su paso, aceleró su marcha. Mi estrella había sido destruida en pedazos, apenas y podía moverme. Nunca como en ese momento me había sentido verdaderamente ensartada, me sentí atravesada, partida en pedazos, poseída, tomada y sometida por un hombre! Pocos minutos duré sodomizada. Al poco sentí como David se estremecía, no había duda, sentía que se venía, que se derramaba. Intentó sacar su falo diciendo que acabaría sobre mis nalgas pero se lo impedí tomándolo al reverso con mis manos por sus nalgas y tras darme una clavada profunda y final sentí como se derramó dentro de mí.
Sentí como el ardor dio paso al calor, sentí su néctar caliente inundando mis entrañas. Nuevamente sentí un inmenso vacío en mis entrañas al momento que David sacó su falo. Yo decidí recuperarme acostándome semidesnuda sobre el sillón, pero al momento pude cerciorarme que apenas faltaban unos minutos para que mi esposo llegara a buscarme. Aunque exhausta, debí vestirme y pedirle a David que se vistiera y marchara para evitar alguna sospecha. Rápidamente empecé a arreglarme. David hizo lo propio y después de darme un beso salió del modulo diciéndome que mañana venia nuevamente. Cuando apenas terminaba de arreglarme sentí la corneta del auto de mi esposo. Era hora de marcharme. Este sería el primero de varios encuentros sexuales que tuve con aquel baquetón. Otros también vendrían a calmar la llama que desde ese momento empezó a expedir mi cuerpo y cimentar los inmensos cuernos de mi esposo.
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