CACHOS BARRIO ADENTRO II

Enviado Por: Cris Cristo

Aun me cuesta creer como mi deseo por ser bien cogida, me llevaron a un espiral  irrefrenable de lujuria con hombres extraños. Quedaron para siempre rotos mis votos de fidelidad matrimonial. También mi condición de señora casada y hasta de dama. Cedí a mis deseos. Mi debilidad me llevó a probar las mieles vedadas por el matrimonio. 

Todo comenzó con David, un joven del barrio donde trabajo que en escasos minutos me hizo colisionar contra la realidad de mis deseos de mujer, frustrados por los conflictos con mi esposo, los cuales resultan inacabables. Nuevamente le daría a aquel impetuoso joven el dulce el privilegio de posar su pelvis contra mis suaves y  voluptuosas nalgas blancas, solo que ahora me jugaría una mala pasada, y mis piernas debieron abrirse para darle de beber de mis jugos y calor a otros tantos como él.


Acorde mi segundo encuentro sexual con David en la casa donde vivía, cercano al modulo donde trabajo. Justificándome en la necesidad de sacer algunas fotocopias en un cibercafé, me fui hasta la casa, para mi sorpresa un rancho de mala muerte. Tal y como me lo aseguró en el lugar no había nadie. Crucé la cerca y me encontré con él. Sin dilación entramos en aquel rancho. David no tuvo necesidad de hacer nada, simplemente me abalancé sobre él. De un manotón le quité el short que llevaba para descubrir su hermoso miembro moreno, al que cubrí con mi lengua y tragué hasta sentirlo en lo profundo de mi garganta. David me quitó la ropa como pudo. Apenas logré ser liberada de mi jeans, falo en mano, me monte sobre él, y como una yegua en celo lo monté, con desesperación y violencia, como si quisiera extrellar contra la pelvis de David todas mis viejas ganas… mi sudor corría a cantaros y se confundía con mis flujos, mis gemidos retumbaban en aquel rancho… con seguridad algunos vecinos debieron escucharme mientras me reventaba a pollazos contra aquel joven...acabé una, dos, tres veces…y seguía la batalla… en un movimiento ágil y rápido David logro someterme bajo sus caderas. 

Recostada en la cama abrí las piernas de par en par mientras le pedía que me cogiera como un hombre… estábamos mojados con nuestro sudor y fluidos… el golpeteo de su pelvis contra mi pelvis marcada el compas de una danza salvaje bailada por dos seres desenfrenados… Luego David me sodomizaría, sin piedad, el ardor, el cólico, las ganas de cagar, el ahogo por el cansancio, la fatiga por la dura faena se juntaban y me hacían sentir la mártir de aquella tarde. Sin más nio pude contener mis esfínteres y la cabeza achocolatada del pene de mi David encontró sangre y heces en mi interior…hasta sentir el fuego interior que hacía arder mi ser…mi concha y mi culo amoratados menaban a torrentes el néctar de que la juventud de mi macho me obsequiaba…y caímos desfallecidos…peerdimos la noción del tiempo…y luego de tres horas follando tuve que reponerme para regresar y seguir fingiendo ser la señora casada que perdió dicha dignidad e horcajadas sobre un hombre extraño!

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