Mirando Porno con una Amiga
Esto sucedió cuando yo tendría 18 años, para entonces ya no era
virgen
(historia que contare en otra ocasión) estaba por salir del bachillerato y
decidía en que universidad matricularme; ya me describí un poco en el relato
anterior, en resumen, no soy la gran cosa, soy delgado y no guapo, mi
pene está dentro de lo normal (entre 13 y 15 cm); por aquellos días,
en las vacaciones, trabajaba atendiendo un cyber (lugar donde se rentan
pc`s), trabajaba de lunes a sábado (de 9:00 am a 7:00 pm), mi jefe, el novio
de mi tía (la hermana de mi papá) era muy permisible conmigo y prácticamente
me pagaban por chatear y ver películas.
Los primeros días que pase en ese <<trabajo>> fueron muy
entretenidos, vi películas y series hasta que mis ojos dolieron, después leí
muchas cosas en la red, me perdí en muchas cadenas de links de wikkii y
cosas por el estilo.
Ya para la segunda semana estaba harto de todas esas cosas así que fácil
busque refugio en el porno, empecé a verlo por aburrimiento más que por
morbo, ya conocía algunas páginas pero gracias a ese aburrimiento descubrí
muchas más; había días en los que estaba a rebosar de clientes y había
algunas cosas que hacer (arreglar maquinas, hacer trabajos, quemar discos,
buscar información, hacer formatos), pero había otros días en los que no
había ni un solo cliente en todo el día; en esos días muertos, aprovechaba
para hacer mi investigación en el porno.
Vi porno para muchos gustos, el normal uno-uno, doble
penetración, chica-chica, todos los tipos de tríos que existen;
cansado de lo convencional empecé a ver cosas más peculiares, lluvia dorada,
bukkake, shemales, porno japonés, hentai (con y sin
tentáculos), vi alguna vez un video de zoofilia por accidente (jamás debí
hacerlo, ni lo volvería hacer); vi porno de muchas clases, algunas veces
terminaba asqueado, otras maravillado y muchas más terminaba pajeandome en
la bodega/baño que teníamos en el local.
Algunos días tenía la visita de algún amigo ocioso o de alguna amiga que
buscara hablar con alguien, a mis 18 hablaba mucho con mis amigos (mujeres
en su mayoría) y trataba siempre de dar un ben consejo, algunas de ellas
decían que era fácil tenerme confianza, ¿quién sabe?, lo cierto es que a
veces me tomaban como paño de lágrimas y sacaban todos sus problemas, yo
solo trataba de ayudar o de escuchar. En fin. De todas las personas que
venían a visitarme, Érica era la que más me visitaba, ella tenía un serios
problemas con la ruptura de su ex, platicaba conmigo mucho, acerca de su ex
y de la relación, a veces lloraba otras veces se enojaba demasiado; no solo
hablábamos de eso claro, hablábamos de películas, libros, música y del
sexo, como nos teníamos confianza los dos nos contamos como perdimos
la virginidad. Uno de esos días, Érica fue a visitarme, uno de esos días
muertos, yo estaba viendo porno, pero al ver que subía las escaleras cerré
la ventana.
Ella no era de esas chicas exuberantes ni de las que estaban en el ranking
deseable del bachillerato, pero llamaba la atención, tenía mi edad,
era delgada, casi tanto como yo, su piel era clara, rayando en lo blanco,
mediría 1.55 m (algo así), tenía el cabello castaño y ondulado hasta los
hombros, no tenía mucho busto, casi nada, pero tenía lo suficiente para que
se notara levemente bajo la ropa; tenía el culo pequeño y apretado, eso sí,
levantado como se debe; su estilo era casual y relajado, pantalones de
mezclilla y alguna playera de alguna banda de rock clásico, llamaba la
atención, tenía una clase de belleza tierna e inocente; sus ojos eran
grandes y su sonrisa era bonita, cuando curvaba los labios se formaban dos
hoyuelos en sus mejillas (eso me gustaba). Era una chica con la que se podía
platicar a gusto.
Entro y se sentó detrás del escritorio de madera a mi lado, empezamos a
hablar de trivialidades, escuchamos un poco de música, íbamos saltando de
tema en tema hasta que entre risas nos alcanzó un pequeño
silencio.
– ¿Y qué haces cuando esta así de muerto el lugar?– rompió la
calma.
– Nada, por lo regular veo películas o series– contesté.
– A mí no me engañas, que se me hace que te pones a ver porno toda la
tarde– sonreía de manera burlona y retadora.
– Huy siii, veo un montón de videos– bromee con la verdad– No, no te creas,
aquí no se puede porque veo porno y luego me dan ganas de jalármela y
¿en dónde?– termine riéndome.
– ¿Y el cuartito ese?– señalo con el mentón a la bodega– estoy segura que
ahí bien te podrías llevarte a una clienta y darle duro– alzo las cejas un
par de veces y se rio– ya dime la verdad, ¿Qué no me tienes confianza? ¿Te
la has jalado aquí verdad?
– Bueno… una o dos veces, si– acepte ante sus ojos acusadores.
– Enfermo– dijo mientras se reía. Después más silencio. – ¿Y no te ha
pasado alguna historia sexual aquí? No sé, ¿alguien que quiera pagarte con
sexo la renta del equipo o alguna petición graciosa?
– Mmmm– hice memoria un momento– sí, una vez una chica me enseño las tetas
a cambio de que no le cobrara.
– No seas mentiroso.
– Te lo juro, me dijo: oye y si te enseño las tetas me perdonas la deuda
(unos 50 pesos); obviamente yo acepte y se levantó la blusa–
conté.
– ¿Y tenía buenas tetas?– preguntó, yo asentí con la cabeza; ella rio
moviendo su cabeza hacia los lados– maldito suertudo… ¿Y que más te ha
pasado?
– Bueno, creo que ha sido lo más intenso, ves, no tengo tanta suerte– los
dos reímos– ¿Sabes que me paso una vez?– pregunte al aire y después de unos
segundos continúe– Una vez un chico vino y me pidió que le descargara porno,
me puso una memoria de 8 Gb y me dijo que le descargara porno, yo me quede
así de: ok, pero ¿Qué clase de porno?, le pregunte porque fue muy abierta la
pregunta. “no se dé la que te guste a ti” me contesto y yo entre en pánico:
¿y si no te gusta el porno que yo veo? Le pregunte y me contesto que la que
se viera buena; me dijo que regresaría en uno o dos días a ver qué tal– ella
se soltó a reír en cuanto termine de contarle.
– “Del que a ti te gusta” – repitió entre risas– hay no, que risa... y ¿de
cuál te gusta?
– Puro sexo salvaje y sadomasoquismo– conteste haciendo gestos; ella volvió
a reír– me gusta del normal creo.
– Ajá si, como no– dijo una vez que el ataque de risa termino– conociendo
como eres de enfermo, pura cosa extraña te ha de gustar– intento
molestarme.
– ¡Oyee! No estoy enfermo… bueno quizá un poco, pero dime, ¿Quién no lo
está?
– Tienes razón– me concedió– oye… ¿y cuál es el boom del porno, que le ven?
Digo entiendo el porno común, peor todas esas cosas raras que
hay….
– Bueno nunca sabes lo que te gusta hasta que lo pruebas, además si todos
tenemos gustos diferentes en música, ¿porque no en el sexo? Digo hay unas
cosas que eh visto que no son de mi gusto, pero es curioso.
– Bueno eso sí, ¿Cómo que cosas? Muéstrame.
– No sé, hay algunas cosas que si están muy fuertes.
– ¡Por dios! No soy una niña.
– Está bien– dije y abrí una ventana privada en el ordenador.
Mi objetivo era enseñarle algunas de las cosas curiosas que había visto,
nada escatológico, vería su reacción y eso sería gracioso o al menos eso
pensé. Comencé por enseñarle una lluvia dorara y un video de
sadomasoquismo, tenía una expresión no de asco sino de asombro, “¿en verdad
les gustan esas cosas o están actuando?” pregunto entre un video y otro.
Después le enseñe un hentai con tentáculos y un video porno japonés, se hizo
la misma pregunta que creo todos se hace: “¿Por qué diablos tienen censurado
el pito en los videos japoneses?”; ambos coincidimos que los gemidos de las
japonesas parecían más de dolor que de placer. Continuamos con un poco de
fetichismo de pies, eso le causo gracia.
Empezó como risas y entretenimiento, pero yo entre video y video la
volteaba a ver atenta en la pantalla y eso me empezaba a excitar. Pasamos
así algunos videos, ella decía sus expresiones y reía de vez en vez hasta
que llegamos a un video con el que se quedó muy entretenida.
En la pantalla había tres chicas, una en cuatro y las otras enfrente y
atrás de ella, la de atrás le metía un dildo gordo y grueso por el culo, la
chica gemía como loca, tenía ya un consolador en la vagina, la potencia era
considerable pues se lograba escuchar bien la vibración del aparato; la
chica de enfrente le ponía su concha en la cara, la chica en cuatro lamia
entre gemido y gemido. Érica veía fascinada la escena, “¿es posible que
aguante tener todo eso clavado?”, había dicho con los ojos clavados en la
pantalla; de repente, su belleza tierna e inocente se había esfumado, pero
había dejado en ella un eco de sexualidad que me estaba volviendo loco; ya
no la veía como antes, de un momento a otro quise tocar su poco busto y ver
de qué color eran sus pezones, quise saber cómo se veía su culito fuera del
pantalón. Ella movía las piernas, las frotaba levemente una con otra,
síntoma inequívoco de que estaba excitada.
– ¿Qué? ¿tengo monos en la cara?– pregunto cuando atrapo mis ojos viéndola.
Conteste con una media sonrisa y un “no” como restándole
importancia.
– Bueno, ¿ahora videos de que quieres ver?– pregunte para que olvidara mi
mirada llena de lujuria.
– No, yo creo que ya no ver– comenzó mientras reía, soplo hacia su frente
para apartar los mechones de cabello, con su mano a modo de abanico se
echaba aire– me está dando calor, además, sería mejor hacer porno en vez de
verlo ¿no?
– Vaya que sí, pero no todos tienen las… amm, <<herramientas>>
para ser pornostar.
– Bueno yo tampoco tengo cuerpo para hacer porno, pero si me
animaría.
– ¿Te animarías?– dije mientras acercaba más nuestras sillas, quedamos a
escasos centímetros el uno del otro.
– Si…– alcanzo a decir antes de que la besara.
Nuestros labios se movían frenéticamente y su lengua con la mía danzaban.
La tome de la cintura y con un inaudible: “ven aquí”, la senté en mi
regazo.
– ¿O estas contento por besarme, o estas contento por los videos porno?–
pregunto al sentir mi erección.
– Feliz por el beso, pero estábamos hablando de otra cosa, ¿hacemos porno?–
la calentura y el amor tienen el poder de convertir a cualquiera en
valiente.
– ¿Me vas a grabar pervertido?– dijo mientras me daba un beso, que fácil
podía regresar a esa delicada belleza, transpiraba sexo, sonreía con
ternura.
– ¿Para qué grabarte si te puedo tener por siempre en mi
memoria?
– Tus palabras bonitas no van a funcionar conmigo eh– me
sentencio.
Ella se inclinó hacia delante tratando de acomodarse bien sobre mi polla,
saco el culo en esa maniobra; jamás le había visto el culo así, enserio
provocaba unas ganas terribles de darle duro, no resistí más la tentación y
le di una nalgada con agarre incluido.
– ¡Oyee!– fingió ofensa.
– Lo siento, no me resistí– me excuse. Ella se puso de pie y se sentó en el
escritorio.
– Tal vez yo no las tenga como una estrella porno, o no me alcance para
pagar mi deuda, pero quiero que las toques– dijo y después se subió la
blusa.
– Son perfectas– alcance a decir mientras alzaba su brasier.
Sin pensarlo dos veces, empecé a acariciarle los pechos, a jugar con sus
pezones. Tenía la piel muy clara, aunque todavía guardaba cierto color
bronce, sus pezones más cafés resaltaban de forma maravillosa. No tarde
mucho en rodear su espalda con mis brazos y bajar mi boca al encuentro de
sus tetas, mi lengua jugo como quiso por sus pezones, empecé a succionar
levemente y mientras acariciaba su espalda fui subiendo la intensidad. Ella
aguantaba sus gemidos para no hacer ruido, en cualquier momento alguien
podía llegar. Estuve así algunos minutos hasta que ella separo mi cara de
sus pechos y se bajó del escritorio.
Su mirada había cambiado por completo, sus mejillas estaban rojas de la
excitación. Se hinco frente a mí y bajo el cierre de mis pantalones, tomo
mis boxers y bajo los dos lo suficiente para que mi verga quedara parada
frente a su cara. “Es mi turno de probarte” dijo mientras me pelaba el pene;
ya no era ella, seguía teniendo la misma cara angelical, pero se comportaba
como algún súcubo, como algún pervertido demonio del sexo, su lengua
toco la cabeza de mi polla y en menos de dos segundos se la trago entera, me
tomaba de los huevos mientras me chupaba como si no fuera a chupar otra pija
en su vida. Se escuchaba el sonido inconfundible de una buena mamada; ella
quería hacer porno y estaba chupando como toda una experta. Quien iba a
pensar, tan inocente y tan sedienta de verga.
No resistí mas y entre jadeos le dije: “vamos a la bodega”. Ella se paró,
limpiándose la saliva de las comisuras y se adelantó a la bodega; yo busque
entre los cajones un condón, había visto uno hace dos o tres días. Una vez
encontrado el forro corrí a alcanzarla. Cuando entre a la bodega ella ya se
había quitado la blusa y el sujetador y se desabotonaba el
pantalón.
– Déjame ayudarte con eso– me ofrecí. Me hinque frente a ella y le bajo los
pantalones dejando a la vista sus bragas negras con un moñito dorado, me
quede viendo su entre pierna, salía un aroma a sexo maravilloso de ella, su
ropa interior está muy mojada, yo me levante y la bese mientras una mano le
agarraba el culo y la otra le masajeaba el clítoris. Sus piernas temblaban,
alcanzo mi pantalón, lo bajo y empezó a pajearme; yo ya no resistía, quería
meterle mi polla dura en su empapada vagina. Me quite la ropa rápido antes
de quitarle las bragas. Me quede viendo la espectacular conchita que tenía,
estaba bien cerradita y empapada de sus jugos, estaba depilada casi toda (a
excepción de un triangulito en la parte de arriba).
– ¿Y ahora que actor porno?– me dijo retando, la guie hasta unas cajas que
estaban ahí, tendí la toalla con la que me secaba las manos sobre la caja y
después ella se subió con la concha y el culo en la orilla de la caja. Le
abrí las piernas y las alce un poco, me agache y le comí el coño (si bien,
no tenía aun mucha experiencia haciendo orales, use mi imaginación), cada
lengüetazo que le daba a sus dulces labios vaginales la hacía retorcerse,
metí mi lengua lo más que pude dentro de ella, saboreando su calor su
humedad, busque si clítoris y empecé a mover mi lengua sobre él, ella
resollaba y se movía– Ya métemela– logre escuchar entre la sinfonía erótica
que salía de su boca.
Me puse el condón tan rápido como pude, y acerque mi polla bien dura a su
vagina, como <<estábamos haciendo porno>>, primero moví mi verga
a lo largo de su rayita y después la empuje lentamente, disfrutaba de la
sensación de llenarla, de lo apretada y caliente que estaba el interior de
esa conchita. Se la metí hasta que mis huevos chocaron con ella, con la
calentura que tenía empecé el mete – saca rápido; a pesar de sus esfuerzos
por aguantar sus gemidos se le escapaban algunos cuantos, se mordía el dorso
de la mano, al verla así, mis movimientos se intensificaron, le daba duro,
lo suficiente para mover la caja sobre la que estaba pero no tanto como para
lastimarla. Ella empezó a mover su mano diciéndome “para” y yo baje el ritmo
hasta detenerme.
– Espera, se están cansando mis piernas– dijo y me alejo con su mano, se
levantó de la caja y me dio la espalda, apoyo su abdomen en la caja y
levanto el culito– así… dame.
Ver su culo así me la puso más dura, antes de clavársela le di un par de
nalgadas, de nueva cuenta me hinque para besarle las nalgas, con mi lengua
recorrí de su coño al culo y una vez satisfecho, me puse detrás de ella y se
la metí de un tirón. Yo ya estaba a punto de terminar, empecé a darle duro y
rápido, mis testículos chocaban en ella; recordé el video que le había
gustado y me ensalive dos dedos, empecé a masajear su ano y antes de que
pudiera decir algo se los ensarte poco a poco, ella arqueo la espalda hacia
atrás, yo seguía dándole y sentía mi orgasmo en la punta de mi polla cuando
escuche la campana del cyber.
– Shhh, hay alguien afuera– le dije, saque los dedos de su culo y los dos
nos quedamos inmóviles, ella respiraba agitado y yo tenía gotas de sudor
cayendo del cabello; “¿hola? ¿hay alguien?” se escuchaba un eco a lo
lejos.
Eso en vez de bajarme la calentura solo me la subió más; acerque una de mis
manos y le tape la boca, retome el mete – saca igual de duro y rápido;
“Disculpe, ¿hay alguien?” se escuchaba a lo lejos, yo le daba duro, solo
sonaba la caja en movimiento y las nalgas de Érica al chocar contra mí; se
dejó de escuchar la voz de afuera, al parecer se había aburrido. Le destape
la boca a Érica y empezó a gemir con mis empujones.
No se cuánto tiempo estuvimos dentro de la bodega, en algún momento tome
sus caderas y acelere el ritmo, mis movimientos subieron de rápido a
frenético. Empecé a gemir y a respirar entrecortado, empuje mi verga a lo
más profundo de ella y los chorros de leche comenzaron a salir con un “si,
que rico” de Érica de fondo, mi cuerpo se hizo ligero, eléctrico, después se
tensó y sentí como el calor abandonaba mis entrañas; mis músculos se
relajaron.
Me salí de ella y me quite el condón, le hice un nudo y lo enrolle en papel
higiénico antes de tirarlo al basurero. Me senté en el inodoro agitado,
tratando de controlar mi respiración.
– Pudo haber sido un buen video porno– dijo entrecortada.
– Oh claro que lo será… ves ahí arriba– dije apuntando a una esquina en el
techo– ahí hay una cámara de vigilancia, serás muy popular en la red– ella
me miro aterrada, no sabía que decir. No resistí mas y me empecé a reír– es
mentira tonta, te dije que te quedarías en mi memoria.
– ¡Estúpido!– dijo con su cara de alivio.
Me limpie como pude, me vestí y salí de nuevo al cyber, Érica salió unos
minutos después, luego de hacer lo propio, charlamos un rato y vimos una
película animada. Algunas veces el sexo en vez de empeorar las cosas,
las mejora. Luego de esa sesión, Érica y yo nos tuvimos más confianza de la
que teníamos antes, yo le presente a un compañero que se hizo su novio y
ella me presento una amiga con la que salí un par de meses. Esto no se
volvió a repetir, tengo la ligera sospecha de que ese día, Érica había ido
con toda la intención de follar ()Con el tiempo, gracias a la vida y al
camino que tomamos los dos, perdimos contacto, hace un par de años que no sé
nada de ella, sé que está bien.
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